Be nice to gay

Anastascia Penne había estado temiendo este momento toda la semana, y finalmente estaba a punto de suceder: su nuevo novio tocaría el timbre de la casa de sus padres en cualquier momento. Había intentado ocultar los sentimientos negativos que le causaba este encuentro, tanto a su familia como a si misma. Tomó una decisión consciente de nunca ponerse a imaginar reacciones o a preparar excusas, pero en este mismo instante se arrepentía por completo de su elección. Tendría que haberse preparado, tendría que haber corrido simulacros en su cabeza, debería haberles avisado a su familia de... bueno, de todo! Como reaccionará su madre cuando lo vea? Y su padre? Oh dios, sus hermanos adolescentes Cajoneta y Felipao! Ellos no van a tener ningún reparo en decir lo que piensen. Anastascia sentía que su estómago hervía lleno de aceite viejo, algo tenía que hacer al respecto y rápido. Corrió por las escaleras hasta el primer piso y cuando se topó con su madre y comenzó a decirle que tenía que hablar con todos un segundo, sonó el timbre. El corazon de Anastascia se detuvo por completo por lo que parecieron varios segundos de corrido, para enseguida ponerse en marcha a toda máquina , golpeando tan fuerte el pecho que parecía que le iba a romper una costilla. Lamentablemente, su parálisis ocasionó que sea su padre el que tome la iniciativa de abrir la puerta y presentar finalmente ante los ojos de la familia Penne el nuevo novio de la primogénita.

"Señor Penne, un gusto" dijo Marcelino Chottè mientras le estiraba la mano. Horacio Penne no tuvo opción que titubear y, aunque demoró tan solo 2 segundos en devovler el saludo, ese tiempo se estiró en una eternidad en el que el patriarca de la familia Penne analizó de pies a cabeza al invitado. Para empezar, su mano solo tenía 3 dedos. Los otros 2 habían sido mutilados, a decir por las cicatrices obsccenas y mal curadas. Esa mano estaba unida a un brazo con un clarisimo problema de tono muscular. Parecía hecho solo de hueso y cubierto con una capa de piel mucho mas grande de lo necesaria, que colgaba de su antebrazo y flapeteaba al aire cual masa de pizza irrompible al estrechar la mano de su suegro. El otro brazo estaba amputado a la altura del codo. Cubría su cuerpo una remera negra con una imágen Animé explicitamente prongográfica en donde una muchacha con orejitas tiernas de conejo y rosados cachetes estaba atada de pies a cabeza mientras un viejo barbudo le lamía la vagina. Los detalles en la saliva en la lengua del viejo estaban resaltados con una pintura brillante que ante la luz de la tarde en la entrada de la residencia Penne hicieron que Horacio se encandilara un poco. Su cara directamente no estaba. Anastascia explicaría luego que un hongo infeccioso le comió todo el rostro y que generalmente usa una máscara, pero ese día Marcelino decidió presentarse "tal como es", una idea muy mal aconsejada por su único amigo que en realidad era su tortuga. Donde debía estar su rostro había un agujero, las fosas nasales al aire, sin ojos, y una lengua suelta que se movía como si tuviese consciencia propia.

Anastascia, viendo su pesadilla volverse realidad ante sus ojos, reaccionó y corrió a los brazos de su enamorado, haciéndolo pasar y presentandole a todos: "Estos son mis hermanos, Cajoneta y Felipao, y mi madre, Godoya". Marcelino dijo "Un gusto conocerlos finalmente" con una claridad que contrastaba directamente con la lengua temblequeante que supuestamente estaba generando esas palabras, y tomó la mano de la madre para "besarla". Anastascia sentía que podía morir en cualquier momento, pero mientras fue avanzando la velada se fue tranquilizando. La cena fue amena y, mas allá de alguna que otra mirada curiosa de los adolescentes mientras Marcelino arrojaba con la mano bolos enteros de comida hacia el hueco en su cara, todo se llevó con una naturalidad sorprendente. Luego de la cena, a la hora del postre y el café, todos se movieron al living a jugar juegos de mesa donde Marcelino los conquistó a todos con sus rapidez humorística y soprendente astucia para los juegos. Al final de la noche, los padres dejaron que Anastascia despida sola a su novio en la entrada de la casa y, al cerrar la puerta, apareció su madre a su lado y dandole un beso en la mejilla le dijo: "Estoy muy feliz que hayas encontrado a alguien tan dulce".

Anastascia se arrojó en su cama extasiada, no podía creer lo bien que había salido, todos sus miedos habían sido infundados. Su sangre hervía de emoción y se sentía excitada, y justo en ese momento apareció Marcelino por su ventana. Había trepado la pared del costado. Anastascia sabía que estaba mal, pero la excitación pudo mas que ella y ayudó a Marcelino a entrar mientras lo desnudaba salvajemente, en un solo movimiento. Marcelino ya tenía su pene de 19 centimetros de largo y 8 de diámetro completamente erecto. La penetró brutalmente contra la pared, el sudor de su frente cayendo en el hueco de su cara mientras lo hacía, haciendo que Anastascia gritara de placer y dolor. Los padres, por supuesto, estaban en la habitación escuchando todo. Pero lejos de enojarse, les parecía tierno escuchar a la juventud expresar su amor, y los hacía acordar a la suya propia. La potencia del pene gigante de Marcelino prolapsándole la vagina a su hija de 14 años en la habitación conjunta era tanto que incluso llegaron a excitarse y, de un momento a otro, ellos también estaban teniendo sexo salvaje. Lo que nadie sabía es que en la habitación de abajo, la de los adolescentes, Cajoneta le hacía un fellatio a su hermano mellizo Felipao mientras éste le penetraba el ano con su dedo, al igual que todas las noches.

A la mañana siguiente fue la empleada la que tuvo que limpiar todos los restos de sexo de la casa. Usó un mismo trapo para todos los restos de semen de los distintos sexos, haciendo alarde de su eficiencia, y luego lo tiró. Lo que nadie sabe es que en ese tarro de basura, al juntarse todos los restos de semen a la vez, un ser hecho de semen cobró vida y saltó del tarro. Al no tener nombre ni pasado, decidió bautizarse a si mismo Jizzy y dejó la casa de los Penne para siempre, listo para explorar el mundo.