Las aventuras de Jizzy

Jizzy llegaba tarde al dentista, pero de todas formas decidió entrar a la pastelería.
Todos los miercoles Doña Prepucio hacía unos pasteles de crema que a Jizzy le causaban titilaciones cosquilleantes en el occipucio frontal, pero ese miércoles algo había cambiado.
Jizzy lo notó ni bien entró a la pastelería: el distintivo aroma calido y mantecoso de los pasteles de crema estaba ausente, causando que el resto de los olores del lugar cobraran un agresivo protagonismo.
Jizzy podía oler los vapores nauseabundos que salian del baño de empleados, la astringencia metálica del mostrador de aluminio, el dulceamargo pegote del piso sin lavar hace dos semanas, donde restos de refrescos azucarados, migas de confites mantecosos y porquería de suela de zapato se unían en una melasa repugnante y glutinosa. 
Mas tarde ese día, Jizzy se pegó un tiro.

Be nice to gay

Anastascia Penne había estado temiendo este momento toda la semana, y finalmente estaba a punto de suceder: su nuevo novio tocaría el timbre de la casa de sus padres en cualquier momento. Había intentado ocultar los sentimientos negativos que le causaba este encuentro, tanto a su familia como a si misma. Tomó una decisión consciente de nunca ponerse a imaginar reacciones o a preparar excusas, pero en este mismo instante se arrepentía por completo de su elección. Tendría que haberse preparado, tendría que haber corrido simulacros en su cabeza, debería haberles avisado a su familia de... bueno, de todo! Como reaccionará su madre cuando lo vea? Y su padre? Oh dios, sus hermanos adolescentes Cajoneta y Felipao! Ellos no van a tener ningún reparo en decir lo que piensen. Anastascia sentía que su estómago hervía lleno de aceite viejo, algo tenía que hacer al respecto y rápido. Corrió por las escaleras hasta el primer piso y cuando se topó con su madre y comenzó a decirle que tenía que hablar con todos un segundo, sonó el timbre. El corazon de Anastascia se detuvo por completo por lo que parecieron varios segundos de corrido, para enseguida ponerse en marcha a toda máquina , golpeando tan fuerte el pecho que parecía que le iba a romper una costilla. Lamentablemente, su parálisis ocasionó que sea su padre el que tome la iniciativa de abrir la puerta y presentar finalmente ante los ojos de la familia Penne el nuevo novio de la primogénita.

"Señor Penne, un gusto" dijo Marcelino Chottè mientras le estiraba la mano. Horacio Penne no tuvo opción que titubear y, aunque demoró tan solo 2 segundos en devovler el saludo, ese tiempo se estiró en una eternidad en el que el patriarca de la familia Penne analizó de pies a cabeza al invitado. Para empezar, su mano solo tenía 3 dedos. Los otros 2 habían sido mutilados, a decir por las cicatrices obsccenas y mal curadas. Esa mano estaba unida a un brazo con un clarisimo problema de tono muscular. Parecía hecho solo de hueso y cubierto con una capa de piel mucho mas grande de lo necesaria, que colgaba de su antebrazo y flapeteaba al aire cual masa de pizza irrompible al estrechar la mano de su suegro. El otro brazo estaba amputado a la altura del codo. Cubría su cuerpo una remera negra con una imágen Animé explicitamente prongográfica en donde una muchacha con orejitas tiernas de conejo y rosados cachetes estaba atada de pies a cabeza mientras un viejo barbudo le lamía la vagina. Los detalles en la saliva en la lengua del viejo estaban resaltados con una pintura brillante que ante la luz de la tarde en la entrada de la residencia Penne hicieron que Horacio se encandilara un poco. Su cara directamente no estaba. Anastascia explicaría luego que un hongo infeccioso le comió todo el rostro y que generalmente usa una máscara, pero ese día Marcelino decidió presentarse "tal como es", una idea muy mal aconsejada por su único amigo que en realidad era su tortuga. Donde debía estar su rostro había un agujero, las fosas nasales al aire, sin ojos, y una lengua suelta que se movía como si tuviese consciencia propia.

Anastascia, viendo su pesadilla volverse realidad ante sus ojos, reaccionó y corrió a los brazos de su enamorado, haciéndolo pasar y presentandole a todos: "Estos son mis hermanos, Cajoneta y Felipao, y mi madre, Godoya". Marcelino dijo "Un gusto conocerlos finalmente" con una claridad que contrastaba directamente con la lengua temblequeante que supuestamente estaba generando esas palabras, y tomó la mano de la madre para "besarla". Anastascia sentía que podía morir en cualquier momento, pero mientras fue avanzando la velada se fue tranquilizando. La cena fue amena y, mas allá de alguna que otra mirada curiosa de los adolescentes mientras Marcelino arrojaba con la mano bolos enteros de comida hacia el hueco en su cara, todo se llevó con una naturalidad sorprendente. Luego de la cena, a la hora del postre y el café, todos se movieron al living a jugar juegos de mesa donde Marcelino los conquistó a todos con sus rapidez humorística y soprendente astucia para los juegos. Al final de la noche, los padres dejaron que Anastascia despida sola a su novio en la entrada de la casa y, al cerrar la puerta, apareció su madre a su lado y dandole un beso en la mejilla le dijo: "Estoy muy feliz que hayas encontrado a alguien tan dulce".

Anastascia se arrojó en su cama extasiada, no podía creer lo bien que había salido, todos sus miedos habían sido infundados. Su sangre hervía de emoción y se sentía excitada, y justo en ese momento apareció Marcelino por su ventana. Había trepado la pared del costado. Anastascia sabía que estaba mal, pero la excitación pudo mas que ella y ayudó a Marcelino a entrar mientras lo desnudaba salvajemente, en un solo movimiento. Marcelino ya tenía su pene de 19 centimetros de largo y 8 de diámetro completamente erecto. La penetró brutalmente contra la pared, el sudor de su frente cayendo en el hueco de su cara mientras lo hacía, haciendo que Anastascia gritara de placer y dolor. Los padres, por supuesto, estaban en la habitación escuchando todo. Pero lejos de enojarse, les parecía tierno escuchar a la juventud expresar su amor, y los hacía acordar a la suya propia. La potencia del pene gigante de Marcelino prolapsándole la vagina a su hija de 14 años en la habitación conjunta era tanto que incluso llegaron a excitarse y, de un momento a otro, ellos también estaban teniendo sexo salvaje. Lo que nadie sabía es que en la habitación de abajo, la de los adolescentes, Cajoneta le hacía un fellatio a su hermano mellizo Felipao mientras éste le penetraba el ano con su dedo, al igual que todas las noches.

A la mañana siguiente fue la empleada la que tuvo que limpiar todos los restos de sexo de la casa. Usó un mismo trapo para todos los restos de semen de los distintos sexos, haciendo alarde de su eficiencia, y luego lo tiró. Lo que nadie sabe es que en ese tarro de basura, al juntarse todos los restos de semen a la vez, un ser hecho de semen cobró vida y saltó del tarro. Al no tener nombre ni pasado, decidió bautizarse a si mismo Jizzy y dejó la casa de los Penne para siempre, listo para explorar el mundo.

Jizzy va al Zoológico

El último fin de semana antes de que lo cerraran los protestantes trans-veganos, el Zoológico Municipal de Costa Meretriz organizó su despedida a lo grande. Con entrada libre y disparatados descuentos en las golosinas y regalos, el parque de animales tuvo su mayor concurrencia en décadas. Jizzy aún no se recuperaba del todo de la operación a la que se había sometido como resultado de su intento de Seppuku, pero era su ultima oportunidad de ir a su lugar favorito, así que se tomó un cóctel de calmantes y fue.

Era un día hermoso de primavera, el sol radiante y la brisa refrescante. Jizzy recorrió las pequeñas calles del zoológico con regodeante alborozo. Vió a los flamencos, elegantes y rosados, y a las jirafas, con su elegancia enternecedoramente marciana. El hipopótamo saludaba emocionado a la gente, mientras que los rinocerontes mantenían su distancia, con su característica cautela majestuosa.  Los niños gritaban de júbilo cerca de las jaulas de los leones, quienes daban un espectáculo de rugidos y poses amenazantes. Jizzy se desvió por la cueva de los reptiles, en donde lo rodearon serpientes gigantes, perezosos lagartos, iguanas de todos colores, y demas criaturas reptantes. Emergió del otro lado de la cueva ante los chillidos libidinosos que venían de la jaula de los monos.

Jizzy sabía que el premio estaba al final de este recorrido, en donde se encontraba su animal favorito: el elefante. Le prestó debida atención a los demás animales, y con mucho gusto sin duda, pero rápidamente iba reduciendo el tiempo de estas visitas, deseoso de llegar al final. Cuando por fin llegó al recinto del elefante, sintió que su estómago se congelaba. 

Al contrario del resto de los animales del lugar, el elefante estaba viejo, arrugado, cansado. Su piel se sarandeaba en largos colgajos al moverse incitado por un custodio del zoológico. Hizo contacto visual con Jizzy con su ojo venoso y lastimado, rodeado de lagañas, pus y lágrimas. Su vagina prolapsada colgaba como una segunda cola y, habiendo perdido toda su dignidad, empezó a defecarse encima en frente a todos. Sus heces eran blandas, casi liquidas, y se deslizaban revistiendo los labios de su vulva estirada. Como si esto fuera poco, el elefante empezó a mearse en pleno defeco. El meo y la mierda blanda se mezclaban en un potaje grumoso color marrón dorado que parecía no tener fin, y se deslizaba por el suelo de tierra seca del recinto hasta llegar casi a los pies de Jizzy, quién miraba todo con profunda tristeza. 

El sol se puso, las familias volvieron satisfechas a sus casas. El zoológico cerró sus puertas para siempre, poniendo fin a una era, y esa misma noche, no pudiendo olvidar nunca más lo que había visto esa tarde, Jizzy se inmoló.

LA WIKI DE JIZZY

Gracias al desarrollo acelerado que ha tenido la tencología de las telecomunicaciones en las últimas décadas, este texto está viajando a la velocidad de la luz a través de ondas invisibles hacia los depósitos virtuales de GOOGLE CORPORATION.

Todos los días, cuando Jizzy toma el metro en la estación D de BEWAREOFGAY.COM, tiene que agarrarse fuerte de los pasamanos del tren, porque la velocidad de la data es capaz de disolverlo en millones de lechosas moléculas.

Pero el jueves pasado, cuando Jizzy se aprontaba para un día mas de ser abusado en situaciones morbosexuales enfermizas y humillantes para entretenmiento de 1, máximo 2 personas, se sostuvo de lo que creía ser un pasamanos pero terminó siendo el bastón de un ciego. Al arrancar el tren de la data, Jizzy salió volando, con bastón y todo, haciendo que el ciego cayera de boca abierta al suelo, dislocándose la mandíbula con un golpe que explotó en un cotillón de sangre, saliva y dientes.

-AUXILIO! ME ATACAN! ME QUIEREN MATAR SE APROVECHAN DE MI CEGUERA! ATRÁPENLO!!- intentaba gritar el ciego tirado en el piso del tren con la mandibula colgando, mientras Jizzy se incpororaba y se daba cuenta, ante la vista de todos los pasajeros, que se le habían salido los pantalones en el impacto y ahora estaba desnudo.

Esa misma noche, Jizzy se electrocutó en la bañera.

La redención de Jizzy

Dos días antes de que Jizzy se pegara un tiro por el violento remplazo de sus pasteles de manteca y crema por hedor a heladera oxidada y sudor, su madre lo había llamado para avisarle que estaba a dos cuadras de su casa.
Esto era altamente inisual, la señora Cánceres siempre había hecho alarde de respetar los espacios de sus hijos, y por ende Jizzy sintió que algo tendría que andar terriblemente mal. Inmediatamente puso a calentar agua en la caldera para poder esperar a su madre con té árabe, y asi poder suavizar la seguro pésima noticia que venía a dejarle a su hijo. 
Sin embargo cuando la caldera pitaba del hervor, la madre de Jizzy aun no llegaba. Había tenido tiempo mas que suficiente para recorrer las dos cuadras que le faltaban. Que habría pasado? Jizzy abrió las persianas de su apartamento para mirar a la calle. Estaba doña Botana barriendo el frente de su casa y el cuidacoches Carlos Putto sentado en su reposera de siempre, pero no había señales de su madre. Algo estaba saliendo mal, y Jizzy lo sabía, entonces agarró las llaves y salió de su apartamento. Atravezó el pasillo a toda velocidad, pero se detuvo en frente de la puerta del apartamento de su vecino Eduardo Garcas. Un sonido le llamó la atención: un quejido sordo y desesperado y un forcejeo leve contra el suelo, arrítmico y violento. Jizzy se imaginó al pobre Edu Garcas amordazado en el suelo luego de un robo y no tuvo opción que tirar la puerta abajo.
Ahi estaba Edu, pero no estaba amordazado. Llevaba puesta una musculosa blanca con una mancha de grasa que facilitaba la transparencia de sus pezones peludos, los calzoncillos por el piso, y nada mas. De rodillas y deglutiendo con fervor y pasión su salamin erecto estaba la madre de Jizzy, la mismisima Diagnostica Cánceres. El shock fue tal que ninguno dijo nada. Un par de horas después, ese mismo día, Jizzy cometió seppuku.