Jizzy llegaba tarde al dentista, pero de todas formas decidió entrar a la pastelería.
Todos los miercoles Doña Prepucio hacía unos pasteles de crema que a Jizzy le causaban titilaciones cosquilleantes en el occipucio frontal, pero ese miércoles algo había cambiado.
Jizzy lo notó ni bien entró a la pastelería: el distintivo aroma calido y mantecoso de los pasteles de crema estaba ausente, causando que el resto de los olores del lugar cobraran un agresivo protagonismo.
Jizzy podía oler los vapores nauseabundos que salian del baño de empleados, la astringencia metálica del mostrador de aluminio, el dulceamargo pegote del piso sin lavar hace dos semanas, donde restos de refrescos azucarados, migas de confites mantecosos y porquería de suela de zapato se unían en una melasa repugnante y glutinosa.
Mas tarde ese día, Jizzy se pegó un tiro.
Todos los miercoles Doña Prepucio hacía unos pasteles de crema que a Jizzy le causaban titilaciones cosquilleantes en el occipucio frontal, pero ese miércoles algo había cambiado.
Jizzy lo notó ni bien entró a la pastelería: el distintivo aroma calido y mantecoso de los pasteles de crema estaba ausente, causando que el resto de los olores del lugar cobraran un agresivo protagonismo.
Jizzy podía oler los vapores nauseabundos que salian del baño de empleados, la astringencia metálica del mostrador de aluminio, el dulceamargo pegote del piso sin lavar hace dos semanas, donde restos de refrescos azucarados, migas de confites mantecosos y porquería de suela de zapato se unían en una melasa repugnante y glutinosa.
Mas tarde ese día, Jizzy se pegó un tiro.